Termina el rodaje de nuestro último documental en Paraguay

LOS AYOREO Y LA DESAPARICIÓN DE LA SELVA CHAQUEÑA: Mucho más que un drama ecológico.
 
Un documental español relatará la forma de vida pasada y actual de los indígenas Ayoreo. De fondo: el problema de la deforestación de la selva en la que vivían.                                                                                                                 
   
 

Los Ayoreo son una etnia de cazadores, recolectores y agricultores incipientes que han habitado hasta ahora selva virgen que se extendía al Sur del Amazonas, en el denominado Chaco Central sudamericano. 

En su área vital, partiéndola, se fijaron las fronteras de los actuales estados de Paraguay y Bolivia a principios del Siglo XX. Pocas décadas después, a mediados de la centuria pasada, las primeras familias de Ayoreo se vieron obligadas a abandonar el Monte. «Eami», nombre que esta cultura le daba al Mundo Silvícola en el que vivían, empezó a desaparecer. Ya no sé podía ni cazar, ni recolectar ni migrar de un sitio a otro, tal y como habían aprendido de sus padres, madres, abuelos y abuelas. 
Intentaron, a partir de entonces, una nueva forma de existencia fundando comunidades sedentarias ya en contacto con Occidente. Nuevos e inexpertos en los rudimentos de la forma de vida globalizada, intentan aún buscar un hueco en los estados modernos en los que, circunstancialmente, ahora son ciudadanos. 
 
El problema de la deforestación del Chaco ha ido aumentando exponencialmente, alcanzando sus mayores cotas en las dos primeras décadas del Siglo XXI. Es, por supuesto, un drama ecológico que ha restado ingentes cantidades de masa arbórea al ya de por sí fatigado «Pulmón del Planeta» y ha afectado irreparablemente a la fauna que vivía en tales bosques. Pero en la selva también vivían personas: concretamente una de las últimas etnias que mantenían la forma de vida más antigua y longeva de la Humanidad (la caza y la recolección). 
Pese a que ya poca, muy poca, selva chaqueña queda, aún existen un puñado de personas que, sin contacto alguno con Occidente, consiguen seguir viviendo allí y manteniendo la forma de vida ancestral nómada. Los Ayoreo de las comunidades saben de sus parientes silvícolas porque de vez en cuando encuentran campamentos, ven hogueras y perciben otras señales que sirven como auténticas pruebas de vida. 
Con el fin de exponer en España, Europa y el resto del Mundo todo lo anterior se acaba de terminar de rodar el documental «El Último Confín: Los Ayoreo del Chaco Paraguayo», segundo largometraje de una serie que registra la vida de otras etnias cazadoras y recolectoras. Financiado parcialmente por el Ayuntamiento de Cuenca, ha sido dirigido y producido por el doctor en Historia y Arqueología Santiago 

 

David Domínguez Solera (AES ARQUEOLOGÍA) y por el cineasta Dorian Sanz Esteban (DOJO PRODUCCIONES). La banda sonora es de Sergio  Bascuñana y la locución de Pablo Ibáñez. Sanz y Domínguez han acudido a conocer, en primera persona, a los habitantes de Chaidí, una comunidad de Ayoreo Totobiegosode generada tras la salida de los últimos silvícolas que tuvieron que abandonar el Monte en 2004. Allí hombres y mujeres les explicaron cómo vivían hace poco tiempo en la selva, qué costumbres mantienen y, sobre todo, la gran añoranza que sienten con respecto a la vida de la que literalmente fueron arrancados. Concretamente los Ayoreo de Chaidí aún tienen familiares directos viviendo en el pequeño pedazo de selva virgen que les queda. La han reclamado, conformando el Territorio Totobiegosode, no tanto para seguir ellos y ellas cazándolo y recolectándolo desde su comunidad sedentaria. Lo protegen para que sus familiares sin contacto sigan viviendo allí en paz. Evitar su salida el tiempo que sea posible es evitar un drama humanitario y humano: «humanitario» porque la gente sin contacto previo se expone al peligro constatado de morir por enfermedades para ellos desconocidas y letales. «Humano» porque el día que desaparezcan los últimos grupos cazadores-recolectores del planeta Tierra habremos perdido a quienes mejor nos pueden explicar la forma de vida más longeva y, por lo tanto, eficaz que hemos practicado los seres humanos. Perder su ejemplo y sus interesantísimas lecciones será perder mucha de aquella rica diversidad cultural que nos define aún como especie. 

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